Hoy ha sido un día especial, ya que esta mañana temprano hemos ido a visitar uno de los lugares que más deseaba ver en este viaje. Las enormes pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos –padre, hijo y nieto-, faraones de la cuarta dinastía que vivieron alrededor del 2500 A. de C., es decir una de las más antiguas. Cuando las ves aparecer entre las casas, ya que no están lejos de El Cairo, sino pegadas a la ciudad, impresiona por lo grandes que son. Son sinceramente increíbles. Hemos tocado sus bloques y aunque no se permite la subida a su cima –está más que prohibido-, hemos subido una parte hasta una de las entradas en Keops, la más grande. Algo que me ha hecho sentir un poco “explorador” cuando he entrado en la pirámide de Kefrén agachándome durante la larga bajada por un angosto túnel, y finalmente una nueva angosta subida hasta alcanzar la cámara funeraria del viejo faraón Kefrén´, bastante grande, donde aún reposa su antiguo sarcófago de piedra y donde he flipado con el enorme graffiti del descubridor italiano de la tumba que ha firmado con grandes caracteres y su fecha 1818. Muy bien chaval.
Es increíble como algo tan grande que fue construido hace 4500 años sigue ahí en pie con sus casi 150 metros –la de Keops, la mayor-. Una pasada verlas de verdad. Y no digamos cuando hemos bajado a ver la Esfinge. Esa eterna cara que hemos visto mil veces en películas, documentales, fotos y... hasta en los cómics de Asterix. Una pasada la experiencia.
jueves, 22 de abril de 2010
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