Muy buenas. Anteayer jueves y ayer viernes santos, he disfrutado de un par de días alucinantes recorriendo Jerusalén. Impresionante ciudad. Sin duda la más importante del mundo desde el punto de vista religioso. Y esa sensación se percibe totalmente -y se masca- en cada una de sus callejuelas y en sus zocos tanto de su bulliciosa y caótica parte árabe, como en su más "clasica" parte cristiana, o como en su impecable y renovada parte judía. Viendo cómo caminan cruzándose por las calles tanto musulmanes con sus pañuelos que van a rezar o simplemente a caminar, como judíos con quipa o ultraortodoxos de negro con llamativos sombreros. Es tremenda la vida, la energía y la mezcla de culturas que respira esta ciudad. Voy a poner algunas fotos como ejemplo.
Es muy curioso, ya que mi visita ha coincidido con la Semana Santa cristiana estos días, y ello me ha permitido vivir con una intensidad curiosa el visitar el huerto de Getsemaní en el monte de los olivos la noche del jueves... que es cuando se pupone que los romanos (los de verdad, no los de "La Vida de Brian") prendieron a Jesús.
Y por supuesto, no podía dejar de ver la iglesia del sepulcro y echar un vistazo. Estaba todo a tope de gente, pero me ha gustado participar de el rito de visitar estos sitios o de recorrer la Vía Dolorosa. Muy interesante, de verdad. Por supueso, he visitado y tocado el muro de las lamentaciones donde me ha sorporendido ve la devoción con que estos tíos se toman también su religión. Fue realmente interesante. Para ellos este muro, que formaba parte del antiguo templo de Salomón es algo vital e importantísimo en su religión... y hablando de muro, he podido vivir, recorrer y tocar en varias zonas el famoso muro de separación montado por Israel para protegerse de posibles terroristas suicidas. La verdad es que sé bien que las razones de ello son contar con protección ante los salvajes y descerebrados cenutrios del terrorismo islámico de Hamás o de la Jihad, pero las consecuencias las está sufriendo la población palestina, y ello lo he visto y sufrido yo mismo de primera mano en muchísimos de los puntos de control que hay en los bordes y en el interior de Cisjordania por la que me he movido, donde el trato de los soldados a la población es lamentable. Es tremendo y la verdad es que tras lo que he visto por aquí, deseo con más fuerza aún que estos tíos se arreglen, como ya pudieron haber hecho en 2000 con los acuerdos de Camp David que Arafat rechazó. Tengo la promesa hecha con mis compañeros de viaje, que cuando eso ocurra (y yo creo y deseo que será más a medio que a corto plazo) lo celebraremos con una buena cena en Jerusalén. No es mal propósito, ¿eh? Algo inocente, pero estoy seguro de que ocurrirá, siempre que se vea esto como algo en que están implicadas (con sus culpas incluídas) dos partes y no sólo una, como ahora todos los medios europeos consideran que ocurre. La razón, la justicia, la democracia se impondrán.
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