El eje principal de la ciudad que transcurre entre el estupendo Memorial a Lincoln, pasando por el enorme megamonolito a Washington, hasta el Capitolio en el otro extremo es totalmente espectacular. Y todo ello flanqueado por interesantes y cuidados memoriales a los caídos en la 2ª Guerra Mundial, a los de Vietnam, a los de Corea, a Roosevelt, a Jefferson, y por supuesto... el nuevo a Martin Luter King inaugurado este mes de agosto. Son todos bastante elegantes... ni cutres ni exagerados -lo que me sorprende-. Los museos que hay por aquí son una pasada de verdad, y un "geek" como yo no ha podido disfrutar más entrando a ver y disfrutar con el museo del Aire y el Espacio. ¡Tremendo! Se me caía la baba nada más entrar viendo allí mismo desde una increíble réplica exacta del Voyager, al verdadero Espíritu de San Luis, el verdadero Flyer, una auténtica bomba volante V2 alemana, un verdadero módulo lunar de las expediciones Apollo nunca enviado a la luna finalmente... Buff, un montón de cosas.
El día además nos ha regalado unos magníficos chaparrones sin aviso que nos han calado hasta los huesos varias veces, pero aún así hemos terminado el día recorriendo el impresionante cementerio de Arlington. Te deja sin habla ver las miles y miles de lápidas blancas perfectamente alineadas. Sinceramente uno no puede dejar de admirar y sentir cierta envidia al ver cómo estos tíos se toman en serio su historia y a su gente. Casi más que los ingleses pero con otro estilo más moderno.
Y por último, hemos cenado en el barrio de moda en Washington, el Foggy Bottom. Su calle "M street" está llena de todo tipo de tiendas y de restaurantes muy chulos, la verdad. La gente joven y estudiantes -es decir, los únicos por aquí que no parecen ser funcionarios gubernamentales... por ahora- tienen esta zona como el lugar más "trendy". En fin. Una paliza caminando, pero un día productivo. Y mañana, cogemos carretera, hacia Niagara. ¡Allá vamos Canadá!
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